Vestida de huesos.
Olvidada de la carne.
Me miraba.
El espejo me reflejaba, fuera de mi alcance.
La imagen de una extraña, los ojos de un alma escondida.
Una imagen quebrada, una mujer a punto de romperse.
La piel tirante, sin nada que cubrir.
Los labios rasgados, sin palabras que decir.
Los ojos negros, las mejillas hundidas.
Belleza.
Pero no la suficiente. Pero no la suficiente.
Me abrace a mi misma, tapando mi cuerpo.
No quería ver, no quería sentir.
No quería ver, la fealdad me lastimaba.
Necesitaba vacío.
Vacío, vacío que me llenara.
Un vacío largo, que no terminara.
Un vacío que me permitiera volar, ser libre del cuerpo que me encerraba.
Vacío.
Vacío.
Porque el vacío es bueno,
El vacío es FUERTE.
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